¿Recuerdas la tarde en que presurosa despegué mis zapatos de tu suelo?
No llovía
Seguramente guardabas tus lágrimas
para evitar que sintiera culpa por mi vocación de viajera
Hoy después de tanta lejanía vuelvo los ojos
y busco tu mirada
busco adormecerme en tu regazo
pero te encuentro dolorida
partida y ajena
con el vientre cuarteado
En tu rostro añejo las lágrimas se secan
dibujando blanquecinas líneas de caminos para los usurpadores
Te has convertido en un cuadro que desaparece
a través de una ventana de autobús viejo
en cuadro triste
más frío que antes
más invisible que nunca
olvidada y negada
tan codiciada y mal pagada
como siempre.
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