ELLAS

lunes, 10 de noviembre de 2008

Con su rostro lleno de arrugas y sus piernas entecas, llora frente a la fotografía que de ella le muestro. Años menos, recuerdos de un amor del que no se debe hablar. Lozana y formal frente al espejo raido. Encorvada en la cama junto al rosario y al olor a naftalina, escucha la misa matutina de los domingos en radio nacional.
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Ella se compadece de “mi soltería y mi condición de errante”. Mujer grande, muy grande, me cuenta que nunca pudo salir de su pueblo por criar a sus hijos y atender a su marido. Me rosa su mano huesuda, a mí lejana visitante de otras tierras y me compadece nuevamente. Pobre niña sola.

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La maga de polleras multicolores se oculta detrás de un paraguas negro y sentada en un rústico banco le va contando de su vida. La vida ajena que no conoce, a la triste que llora al ver moverse las cartas en la mano de vieja maga.
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Ella presiona vehementemente la maquinilla para sacarle el jugo a las naranjas. Me pregunta, yo le respondo: “no, no tengo hijos”. Ella se molesta, su rostro cambia, se molesta mucho y exprime con más vehemencia las redondas naranjas. Le replico nuevamente con un movimiento de cabeza que no. Me mira fijamente y castigadora me replica apretando muy fuerte el mango de la maquinilla: “ hay que tener hijos para tener por quien luchar”. De debajo de su carretilla descolorida asoma una pequeña niña despeinada que le reclama el almuerzo. Ella no me dirige más la palabra. No estoy a su altura de mujer. Bebo el jugo algo agrio y me voy a seguir luchando por mi propia vida…que ya es bastante.
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Ella es una dulce gata en celo. Lleva los pantalones apretados, fuma y se arregla las uñas. Toma café y enciende nuevamente un cigarrillo. Alisa su cabello, se pinta los labios, coge su cartera y se va.
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Elizabeth Lino Cornejo. Con la tecnología de Blogger.