Rancas, la historia detrás del mito

Artículo publicado en el suplemento Dominical del diario El Comercio - 25 de agosto de 2013 

Elizabeth Lino Cornejo


Sobre las luchas campesinas de los años sesenta en Pasco no existe aún un estudio histórico que muestre su verdadera magnitud política y social. La historia oficial no la contempla dentro de su corpus obligatorio a ser estudiado en los colegios. El trabajo de Manuel Scorza ha sido por largos años el mayor referente y es -desde esa producción literaria- que Rancas se ha convertido en el símbolo más destacado de una larga historia de abusos, muertes y resistencias. No debemos olvidar que el trabajo literario de Scorza logró lo que años de juicios y reclamos no hubieran logrado, la liberación de Héctor Chacón, uno de los más importantes dirigentes campesinos de la zona y recluido en el penal del Sepa. De la misma forma, motivó que el General Francisco Morales Bermúdez eligiera Rancas para anunciar, en 1974, que “La reforma agraria era un hecho irreversible”. 

Tierras y despojo 

Ya desde 1958 diferentes comunidades de Pasco se venían movilizando en la búsqueda de la legitimidad de sus derechos. Debemos recordar que en esta zona las haciendas tenían dos figuras: un poder capitalista - como es el caso de la Cerro de Pasco Corporation, Lercari Hermanos y la Algolán S.A de Eulogio Fernandini - y por otro lado el poder semi-feudal de un gamonalismo más tradicional, en lugares como la Quebrada de Chaupiwaranga. 

Las comunidades de Yanacancha, Rancas, Huayllay, Ninacaca, Ticlacayán, Huariaca, Pallanchacra, Villa de Pasco, Huarautambo, Chinche, Paucar y otras de la zona habían pasado largos años en la vía legal sin ninguna respuesta. Finalmente deciden tomar posesión de los terrenos que reclamaban como suyos. El año 1959 la comunidad de Yanacancha hace un primer intento fallido de recuperar, a través de una ocupación, terrenos de la hacienda; unos meses después, en mayo de 1960, la comunidad de Rancas sigue su ejemplo, y en este contexto se produce el enfrentamiento de Huayllacancha. 

La resistencia de Rancas 

La comunidad cobró entonces gran protagonismo; unos pocos hombres, mujeres y niños habían puesto en jaque a la empresa hacendada y minera más poderosa de la sierra central del país, la Cerro de Pasco Corporation. El personero legal de la comunidad en ese momento, Gabriel Gora Ayala, señalaba años después en una publicación local, que el número de comuneros ranqueños presentes en el enfrentamiento no pasaban de noventa. Por otro lado, una canción testimonial, de la cual da cuenta el comunero Felipe Atencio Tufino, anota, “doscientos hombres uniformados, y bien armados hasta los dientes, a mi chocita lo han quemado, y a mis hermanos lo han matado” 

Este hecho desencadenaría más adelante una ola incontenible de recuperación de tierras por parte de distintas comunidades afectadas a lo largo de los años por las haciendas colindantes. El polítólogo Howard Handelman anota al respecto, “con esta acción Rancas se convirtió en la primera comunidad serrana de la historia peruana reciente que recuperó por la fuerza tierras de una gran hacienda”. 

Cercos y rompepatas 

En el caso de Rancas la Cerro de Pasco Corporation desarrolló actividades estratégicas para usurpar linderos y expulsar a sus habitantes con el amparo manifiesto del Gobierno, quien puso al servicio de ésta las fuerzas policiales y más adelante persiguió y encarceló a sus dirigentes. Sumado a los constantes actos de humillación y desprecio hacia la población, la Cerro de Pasco Corporation había tendido un gran cerco de alambre sobre los pastizales de la comunidad y colocado rompepatas para perjudicar el ganado waqchilla de los comuneros. Arrobándose el derecho de aprovechamiento de los pastos únicamente para su ganado de tipo mejorado. 

A las muertes de Alfonso Rivera, Teófilo Huamán y Siveria Tufino Herrena el 2 de mayo de 1960 en Huayllacancha, debemos sumar no solo la criminalización de los dirigentes por parte del Estado Peruano sino también la venganza de la Cerro de Pasco que fue más allá de todo límite. A Josefina Oscátegui, una de las muchas mujeres participe de la resistencia, le dispararon en uno de los talones y perdió la pierna a causa de ello. Según me narró, el trato recibido en el Hospital Esperanza de propiedad de la Corporation fue humillante y vejatorio. Ni siquiera repararon que en el momento llevara siete meses de embarazo. “El doctor García sacudía mi pie a pesar que le decía que me dolía “¿Tú quieres sanar de nuevo para ir a pelear a Huayllacancha no? ¡Ha, todavía eres valiente!” 

En el camino de mi investigación sobre estos sucesos me he encontrado con muchos de los protagonistas y sus descendientes. La lejanía en el tiempo y espacio ha hecho que en el imaginario del lector de las novelas, éstos se conviertan en personajes bucólicos. Nada más injusto con la historia escrita con su propia sangre. Es tiempo ya de tomarle la posta a Scorza para construir una historiografía sobre las luchas campesinas que confronte a las versiones mezquinas de un poder que pretende instaurar una sola gran historia del Perú.


Elizabeth Lino Cornejo. Con la tecnología de Blogger.