Orgullosamente sanmarquina

jueves, 10 de mayo de 2018 · Posted in ,


   Hace varios años, no recuerdo cuantos exactamente tomé un taxi con destino a San Marcos. Ya había egresado, ya había estado fuera del país algún tiempo, ya había escrito y publicado algo. Estaba en otras búsquedas artísticas y académicas que habían derivado de la literatura y me habían llevado a explorar la antropología. No sé para que iba aquella vez a San Marcos, total, siempre estoy por allí, de una u otra forma, no he perdido mi ligazón. 

Regresando a aquella tarde del taxi. Hice una ruta larga y fui durante todo el camino leyendo. Cuando llegué le pedí al taxista que me dejara en la puerta de letras. El hombre que todo el camino no había abierto la boca, justo en el momento que le alcanzaba el dinero y me disponía a bajar me dijo, "¿de aquí es de dónde salen los terrucos no? En esos segundos, pasaron años de vida por mi cabeza, como en una película. Lxs amigxs que ya no estaban, lxs que habían volado a otros hemisferios, las clases en el aula ocho, la gente en el patio de letras, otrxs en el bosquecito, la cafeteria en el tercer piso; yo escapándome de todos ellos. Los profes chéveres, los mediocres que se dormían en clase y hasta incluso los que llegaban con tufo a alcohol. Los libros y las fotocopias de Mary, las decenas de fotocopias!! Sí, todo eso pasó en segundos por mi cabeza.

Quienes me conocen, saben que no le aguanto pulgas a nadie. En ese momento pude haberle lanzado un discurso que más que discurso iba a ser una arremetida verbal que lo dejaría sin tiempo a decir más. También pude haberle lanzado el dinero a la cara o haber deslizado sutilmente las monedas entre sus dedos para obligarlo a recogerlas una a una del piso del auto mientras me bajaba y le susurraba dos palabras de desprecio. Pero no, estiré la mano, le entregué amablemente el dinero, mientras lo hacía veía su mirada desafiante esperando el momento de mi respuesta. Sus ojos le brillaban, era como una especie de odio o asco. Salí del auto y antes de cerrar la puerta le desee buenas tardes. 
Crucé la calle cuando cambió el semáforo, me dolió en el alma no solo sus palabras si no la espera de mi respuesta. Yo pagué con amabilidad, baje del auto, me despedí, no tiré la puerta. Me tragué en silencio la rabia de saber que desde fuera el trabajo de estigmatización contra los estudiantes de esta universidad publica había cobrado tanta fuerza, no importa lo que hicieras.

Yo llevo la dignidad en el alma. Vivo con alguien que me repite siempre que hay que saber elegir las batallas. Ese día, en aquel taxi, no eran ni el lugar ni el contrincante. ¿Quién sabe si aquel aquel hombre conduce 12 horas al día para pagarle a su hijx una "universidad del futuro" esas sin alma ni espíritu y solo tiene la oportunidad de escuchar exitosa y rpp?

Aquella vez entré a San Marcos, después de haber sido terruqueada indirectamente, pero cuando mis zapatos se llenaron de tierra dentro del campus sentí el abrazo de volver a casa. Ese abrazo que no recibes en otros campus "modernísimos", bien pavimentados y custodiados.

Las hordas de pseudo-periodistas se llenan la boca buscando saber que sanción se le va a poner a los estudiantes. Dicen entrevistarlos y les gritan a su antojo. No les interesan los argumentos solo quieren lapidarlos. Quieren zombis, sin ideologías, sin orientación política, gente que no sepa cuestionarse ni cuestionar el sistema. Eso quieren, no lo lograrán.

Orgullosamente sanmarquina




Elizabeth Lino Cornejo. Con la tecnología de Blogger.