Reynaldo Cornejo “la viuda negra”

jueves, 15 de abril de 2010 · Posted in

Mi abuelo Reynaldo es sin duda una de las personas que estará siempre dentro de mis historias como un personaje gaseoso que aparece y solo mira, que quiere contar pero que calla. Por él tengo el recuerdo de mi primera visita a Rancas, cuando apadrinó a una pareja en su matrimonio.En aquella ruta entre Cerro de Pasco y las comunidades del Distrito de Simón Bolívar, en mis idas y regresos, trato de ver la laguna de Quiulacocha tal como lo veía él en su niñez y juventud, con aguas límpidas. Pero el destello rojizo que provoca el sol sobre  las aguas muertas evidenciando la gran catástrofe producto de ambiciones desmedidas,  son más fuertes que cualquier ejercicio de imaginación.

Cuando transito por ese camino pienso a veces en aquella historia que me contara - a tanta insistencia- de la vez en la que estando niño cayera violentamente de un camión repartidor de gaseosas, en el que trabajaba como ayudante. Como iba en la parte trasera, el chofer no se había percatado de la caída y había seguido su camino mientras él rodaba cuesta abajo. Le costó recuperarse y cómo pudo trató de regresar caminando a su casa con la pierna mal herida. Contaba que por el camino se había cruzado con algunas personas que sólo lo miraban, una de ellas le había dicho, “de que vale que sigas viviendo así muchacho, no vas a servir para nada, mejor tírate a la laguna”. El siguió su camino dejando atrás la laguna y viendo la carretera vacía sin señales del camión.
Mi abuelo evocaba historias similares pensando en sus días de viejo y de cómo había llegado hasta allí, “mi vida ha sido puro sufrimiento nomás” repetía cuando recordaba que por la ausencia de su padre había tenido que trabajar en muchas labores que le habían impedido ir a la escuela. 

Pero su rostro se iluminaba cuando recordaba su vida en el deporte, desde muy joven  su afición al fútbol  lo hizo popular en la ciudad. Por su porte y altura su ubicación fue la portería, mi abuelo Reynaldo jugó, entre  muchos otros, en uno de los equipos más recordados de la ciudad minera, “El Team Cerro de Pasco”. Con sus largas piernas y brazos siempre atentos se paraba delante del arco y no había contrincante que pudiera con él, contaba que algunos lo habían apodado "la araña negra o la viuda negra".
El año pasado un señor muy querido en Rancas, Don Antonio, apodado “Sapo Mocho” (cuya historia amerita un apartado especial) me decía que había conocido a mi abuelo en las canchas deportivas y que “Cornejo era largo como una manguera”. Hincha de Universitario de Deportes y fan de Lolo Fernández, contaba las jugadas que había presenciado de su ídolo y guardaba fotos y posters de él y el equipo de sus amores.

FOTO: Selección de La Cerro de Pasco, La Oroya 1958 (escrito sobre la foto)

Sí, mi abuelo era un hombre alto y de piernas largas. Desde mis más lejanos recuerdos lo veo vistiendo  overol plomizo, zapatos de seguridad y protector blanco para ir a trabajar. Muy reservado con la familia pero juguetón y lleno de historias con los amigos. Su hermano, compadre y mejor amigo Víctor se fue 20 años antes que él, y esa tristeza nunca la pudo superar. Dos hombres con barbas, así es como los recuerdo, perdiéndose entre las notas melodiosas de un huayno: Jauja que dulzura, rinconcito de mi valle que yo quiero…

Después de varios trabajos eventuales en su adolescencia y juventud entró a trabajar a la Cerro de Pasco Corporation. Vivió en el barrio de Ayapoto, hoy desaparecido, invisible, dando paso al monstruoso tajo Raúl Rojas y su acopio de desecho de mineral. Se casó muy joven con mi abuela Juana y años más tarde se mudó a los nuevos campamentos construidos por la compañía, en su “plan de traslado de la ciudad”, a la nueva ciudad de San Juan Pampa. Fue un trabajador que recibió méritos y reconocimiento por su trabajo, la popularidad y la admiración se lo ganó por su talento en las canchas.

En la empresa minera, inicialmente en la Cerro de Pasco y luego en Centromín Perú mi abuelo trabajó en la Sección Bombas de mantenimiento Mecánico. Su trabajo estuvo relacionado al agua, inspeccionaba  y se ocupaba del mantenimiento en diferentes lugares (Wicra, Casaracra, Yanamate) desde donde se “bombeaba” agua para el uso doméstico y el de la empresa. Un gran recuerdo que le traía alegría era sobre aquella  vez en la que desarrolló un proyecto para aumentar el volumen de agua y disminuir los costos de mantenimiento.

 FOTO: Publicación aparecida en el Serranito revista de la empresa minera Centromín Perú (Sin fecha)

Mi abuelo no solía contar historias, ya en sus últimos años se callaba y se perdía en la soledad a la cual lo había lanzado el desarraigo de su tierra. Él, al igual que muchos obreros y empleados de la empresa minera de Cerro de Pasco migró; algunos se fueron para Huánuco, otros para Tarma, algunos para Huancayo, él fue uno de los tantos que eligió Lima. Con lo acumulado de sus sueldos compró un terreno y construyó su casa poco a poco, a la que se mudó definitivamente después de su jubilación. Pero migrar no es para los viejos, los amigos se dispersan, las calles son nuevas, hay que habituarse a otras costumbres y eso es agotador si se tienen años encima y el cuerpo comienza a ser minado por la salud.

Sus piernas largas, su agilidad, los momentos gloriosos en la cancha y su octogenaria vida quedaron en las fotografías, en las añoranzas y en pequeñas frases que escribía en hojas sueltas cada noche. El 12 de agosto del año pasado se nos fue “Papacho” como lo solíamos llamar desde niños. Su mano derecha enfundada en un guante azul apretó fuerte la mía cuando juntamente con los bomberos de la unidad médica lo trasladábamos a la camilla para llevarlo al hospital. Tantas pelotas había detenido en la portería, tantas madrugadas se había entregado al trabajo; el tiempo se había encargado de debilitar sus huesos y la mala fortuna de quebrarle la cadera en sucesivos accidentes. Aquella noche después de una crisis cardio respiratorio entraría a la cama de emergencia del hospital y no volvería a su casa sino para ser despedido con flores, velas y café.

Hace un año justamente y quizá a esta hora estábamos terminando de celebrar su cumpleaños 81, luego de la torta me quedé un buen rato mostrándole fotografías y videos de Cerro de Pasco, hace tiempo que ya no iba para allá, imposible moverse con tantos dolores. No pudo regresar a despedirse de su madre, ni su hermano enterrados en el cementerio cerreño, ni a mirar por última vez lo que iba quedando del frígido pueblo que lo vio crecer, jugar, emborracharse, llorar, amar.

Yo me despido de esas calles que vieron vivir a mi abuelo cada vez que voy a Cerro de Pasco. Me despido por él, pero también por mí; porque de Cerro de Pasco uno nunca sabe que es lo que "no" volverá a encontrar a su regreso.


FOTO: Cerro de Pasco (antes)

Ya mi abuelo habrá cruzado el país de los perros, de las pulgas y las vacas. Seguramente su perro Pichicho, lanudo y despeinado, reconociéndolo en su camino lo habrá ayudado a cruzar los ríos de aguas embravecidas. Habrá juntado tierra en su manta y caminado ligero con las zapatillas que lo calzamos.Ahora ya estará con sus hermanos Víctor y Antonio, con la bisabuelita Maria Luisa, con la abuelita Juana y  la tía Aydé cantando y bailando entre auquish, chutos y chunguinos: Jauja que dulzura rinconcito de mi valle que yo quiero... Feliz cumpleaños 82 Papa Reynaldo, donde quiera que estés.


Si mi abuelo leyera este relato ahora, seguramente diría que no fue exactamente así como pasaron las cosas y que no estoy contando todo lo que debería contar. Entonces se pasaría un buen rato en explicaciones, aclaraciones y repeticiones de historias para detallar a su nieta “la verdadera historia”. Pero entre sus recuerdos y los míos, entre sus olvidos y los míos, entre mis relatos y sus correciones juntos fuimos construyendo nuestra historia, la que nadie más podrá contar, solo nosotros.

One Response to “Reynaldo Cornejo “la viuda negra””

Anónimo dijo...

Excelente prosa narrativa, facilidad para desplazarse de una historia a otra y asi contar nuestras añoranzas andinas.


Marco de la Cruz

Elizabeth Lino Cornejo. Con la tecnología de Blogger.